En VidaNueva, el 29 de noviembre será un domingo para expresar nuestra gratitud a Dios. ¿Por qué hemos decidido que así sea? Bueno, seguramente has escuchado que “nadie sabe lo que tiene, hasta que le hace falta”. ¡Qué terrible verdad suele ser esta! Tristemente, me sucede a mí y te pasa a ti. En un año en el que “lo normal” ha sido amenazado, sacudido, cuestionado, disminuido o eliminado de nuestras vidas, el refrán popular toma un nuevo sentido: que fácil es no darnos cuenta de lo que tenemos hasta que… ya no está. Qué obvio resulta notar –ahora– el trabajo que perdimos, al ser amado que murió, la salud que disfrutábamos, la libertad que teníamos, la simpleza con la que tomábamos decisiones o la alegría que había de vernos en una comida en familia o en la celebración de una ocasión especial entre amigos. Era fácil viajar, salir a comer o incluso… ¡comunicar nuestro agrado con una simple sonrisa sin mascarilla!
Sin ánimo de sonar como uno de los ahora tan difundidos memes: “éramos felices, pero no lo sabíamos”.
Sin embargo, no tiene porqué ser así.
Mis pensamientos este día son simples: necesitamos recordar las bendiciones que hemos recibido y ser agradecidos. Yo sé, esta es una semana en la que –en algunos lugares de nuestro hemisferio– se celebra la gratitud, ¡excelente! Sin embargo, estas líneas no están motivadas por un evento cultural (cada vez más internacional) sino por uno de mis pasajes favoritos en la Biblia. Salmos 103:1-2 dice:
"Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios".
Una forma de parafrasear este texto podría ser: “habla de Dios desde el fondo mismo de tu ser, exprésate con todas tus fuerza lo bueno que él es… y cuídate de no pasar por alto ninguna de las bendiciones que él te ha dado”.
¿Sabes?, el término “bendecir” que el rey David escogió para hablarse a sí mismo en este Salmo (usando la expresión “alma mía”) es BARAK. Significa arrodillarse; e incluye, por implicación, hablar bien de Dios y a Dios, adorándolo. David anima a su alma a no olvidar nada de lo bueno que Dios le ha dado, muy probablemente, al considerar su complicada vida. ¿Por qué considera necesario hacerlo? Bueno, por lo fácil que nos resulta olvidar algunas cosas… o “extraviarlas” como también puede traducirse el vocablo hebreo shakakh. La amonestación a “recordar” o a “no olvidar” lo que Dios hace ocurre más de 200 veces solo en el Antiguo Testamento. Se debe a que desafortunadamente es parte de la naturaleza humana olvidar, o simplemente permitir que nuestras mentes ajusten los hechos y construyan recuerdos falsos. Un artículo en WebMD asegura que “las emociones negativas como el miedo y la tristeza desencadenan una mayor actividad en una parte del cerebro vinculada a los recuerdos. Estos recuerdos cargados de emociones se conservan con más detalle que los recuerdos felices o más neutrales, y también pueden estar sujetos a distorsiones”(1). En otras palabras, tendemos a recordar lo negativo y olvidar lo positivo. Conservamos los malos recuerdos y extraviamos los buenos.
Para no olvidar, David incluso le hace una lista a su alma en los siguientes versículos. Le recuerda como Dios le ha beneficiado a pesar de su maldad, perdonándole todas sus iniquidades. Le hace memoria de su cuidado físico al sanarle las dolencias, de su protección al rescatar del hoyo su vida y de sus favores inmerecidos al coronarlo de misericordias y saciar de bien su boca. Esta corta lista revela la actitud de aquellos que están verdaderamente agradecidos con Dios e intentan expresarlo de manera clara.
Te animo a que tú y yo seamos como David. Piénsalo. Si eres cristiano, tu espíritu debe rebalsar de gratitud y complacencia. Mantén tu corazón alerta –cada día– para ver todo lo que Dios te da. Obviamente, no te resultará difícil ver “las cosas grandes” o “lo espectacular” de sus bendiciones. Sin embargo, si eres como la mayoría, tendrás que hacer un esfuerzo para no olvidarte de lo pequeño y cotidiano… lo que se ha vuelto la norma en el paisaje diario de tu realidad. Sé agradecido con Dios por tu familia, por tu salud, por tus capacidades, por tus amigos, por su provisión para ti. Dale las gracias por su protección diaria en un mundo peligroso, por su consuelo y fortaleza en tantas circunstancias difíciles, y por su cuidado por ti en un mundo en el que hay tanta maldad. La lista es larga. Si a estas alturas del 2020 “estás contando el cuento”... créeme, tienes muchísimas razones por las cuales estar agradecido.
Como te dije, este domingo 29 de noviembre hemos decidido que en los cultos presenciales de VidaNueva, expresaremos la gratitud a Dios. Lo haremos de manera simple pero será bueno... muy bueno. Te pido que –como David– lleves preparada en tu corazón y en tu mente una lista de aquello por lo cual estás agradecido… y, al hacerla, recuerda no olvidarte de ninguno de sus beneficios.
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1. https://www.webmd.com/brain/news/20070829/bad-memories-easier-to-remember
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